Permitanme comenzar expresando mi aprecio por el papel de Qatar a la hora de dar ideas, intereses y personalidades a los discursos importantes, incluso durante estos días tan importantes.
Vengo como Europeo del Norte.
Dos décadas atrás nuestra parte del mundo fue transformada por el colapso del opresivo Imperio Soviético, y se abrieron nuevos horizontes para transformar no solo nuestra Europa, sino el mundo entero.
Hay ciertas similitudes entre lo que sucedió entonces y lo que se está viendo ahora en la denominada primavera árabe.
El colapso del Imperio Soviético y la creación de una nueva Europa no fue una tarea fácil, rápida, lineal y sin problemas, como a veces puede verse en las hemerotecas.
Fueron necesarios varios años, y ocurrieron graves contratiempos, ¡fue una década de guerra en los Balcanes que no olvidaremos nunca!, pasaron varias cosas terroríficas y recibimos una gran ayuda decisiva de mano de la Unión Europea.
Puede parecer tal vez que muchos de estos países entraron en la Unión Europea en 2004, la democracia era segura, se habían establecido unos mercados competitivos y las instituciones que creían en la ley estaban allí presentes.
Europa era grande y libre, democrática y dinámica.
Hoy en día somos testigos del despertar del mundo árabe, que con el tiempo podría vivir una transformación como el gran cambio que ocurrió en Europa.
Nosotros, 500 millones de Europeos, y otros 100 millones de Europeos en el sureste de Europa, incluida Turquía, que busca activamente unirse a la Unión Europea, somos vecinos no solo de las más de 200 millones de personas que viven cerca de nosotros en Europa del Este, sino también de los 400 millones de personas del mundo árabe que están cerca del nuestro.
Fácilmente se podría decir que la forma en la que esta relación se lleve a cabo será decisiva para nosotros en las próximas décadas. La historia nos acerca una vez más.
Estos días estamos cansados de la angustia de Libia y la ira de Siria.
Solo un gobierno representativo, donde se permita respetar todas las creencias políticas y convicciones religiosas, puede traer una paz duradera a estos países.
A finales de este año veremos unas elecciones libres en Túnez y Egipto, y espero que el reciente acuerdo haga que estén próximas unas elecciones también en Palestina. Esto, estoy seguro, servirá de inspiración para el resto.
Pero no se debe subestimar el gran reto al que se enfrentan los nuevos regímenes entrantes.
De hecho, los retos de la región son enormes.
En su último informe mundial, la Casa de la Libertad describió la región como la menos libre del mundo. En sus informes de Transparencia Internacional señala unos altos niveles de corrupción en la región, solo Qatar y los Emiratos Árabes Unidos destacaban de forma positiva.
Cerca del 60% de la población de la región tiene menos de 25 años.
En el norte de África el desempleo juvenil ronda el 25 - 30%, y las personas con algún tipo de educación superior a veces tienen una tasa de desempleo aún superior.
Lo que hemos visto es una revolución de expectativas crecientes, pero debemos centrarnos en las políticas necesarias para evitar que de aquí a unos años esto se convierta en una revolución de expectativas fallidas.
En teoría esto no debería ser difícil, pero en el mundo de la política práctica, con el gran aumento de demandas sociales en los sistemas políticos más abiertos, este será todo un reto.
El crecimiento durante las últimas décadas ha sido claramente insuficiente para darle trabajo a todo el mundo. Lo que necesitamos son unas tasas del crecimiento de aproximadamente el 50% más de lo que la región ha conseguido en la última década.
De lo contrario el desempleo y la desesperación social crecerán con las consecuencias políticas que esto podría generar.
La responsabilidad principal de las reformas necesarias recae directamente en los países, pero los europeos, y otros, también deberían debatir sobre como pueden ayudar.
Me gustaría ver un amplio diálogo entre la Unión Europea, con Turquía incluida, y la Liga Árabe sobre como seguir adelante con esto.
Desde 1995 hemos tratado de desarrollar una zona de libre comercio con todos los países del Mediterráneo, y hemos negociado para lograr un acuerdo de libre comercio con el GCC.
Pienso que ahora tenemos que llegar más allá.
Los países van de camino de ser gobiernos representativos, de respetar los derechos humanos y las reformas económicas para comenzar a ofrecer las mismas posibilidades de los llamados acuerdos comerciales amplios y globales, como hacemos los vecinos del Este.
Creo que se debería debatir más seriamente sobre este tema.
No hay duda de que la impresionante transformación de Turquía desde el crecimiento tan bajo y la crisis económica de ayer hacia el crecimiento de hoy ha sido posible porque se ha convertido en una zona de unión aduanera de la Unión Europea desde 1996.
No estoy diciendo que sea una opción fácil.
Quitar las barreras del comercio con la Unión Europea y bajarlas virtualmente hasta que se impulse un cambio en la economía haría que los intereses creados se vieran amenazados. Lo antiguo dejará paso a lo nuevo.
Pero de esta forma el crecimiento llegará, se crearán empleos y se fomentará un clima de espíritu emprendedor así como la innovación.
Será un nuevo despertar árabe, y dará permanencia y estabilidad a lo que ahora estamos viviendo.
Nosotros, europeos del norte y del sur, tenemos un profundo interés en ayudar.
Cuando el tsunami demográfico de nuestro vecindario del sur se convierta en una división demográfica en las economías de nuestros vecinos árabes también recibiremos un impulso.
Entonces, estoy convencido de que veremos que tanto el capital como el talento de Europa entra aquí en un número mucho mayor, creceremos juntos.
La política de todo este tema no está exenta de problemas, las barreras comerciales de ciertas zonas tienen sus defensores sin duda en la Unión Europea. Y llevar a cabo las reformas en un ambiente de creciente demanda social, así como en un ambiente de aumento de precio de los alimentos y del combustible no será fácil.
Un mejor futuro común requiere un liderazgo fuerte en Europa y en el mundo árabe.
También están los problemas políticos, y citaré uno de ellos.
La Unión Europea ha dejado clara su convicción sobre que ahora es el momento de avanzar no solo con la paz entre el Estado de Israel y la OLP, sino también entre los pueblos de Israel y los pueblos del mundo árabe.
En un período de transformación democrática, solo tengo que mencionar a Egipto.
También hemos sido claros en los principios en los que deberían basarse.
Si no ocurre, me temo que será una bomba de tiempo en gran parte de lo que estamos esperando.
Pero si esto sucede se abrirán aún más posibilidades.
El gran talento de Israel podría unirse al talento del resto de la región, de la que forma parte, y crear un futuro mejor.
En nuestro mundo actual vemos un crecimiento de Asia, un África reformándose así como una confiada América Latina.
Y el despertar árabe, así como las convocatorias de reformas de Marrakech en la Meca, se añaden ahora a esta imagen.
En conjunto, todo esto debería allanar el camino hacia un futuro mejor.
Estoy feliz de poder participar en los debates más importantes aquí en Doha, relativos a estos temas.